1.4.08

LA CENA


Aunque quiera encender las ramas secas
del amor en el fuego y en el vino,
siguen llegando ocultos enemigos
a comer, vuelve a estar la casa abierta

y la reja del aire teje el marco
que apuntala el vacío de las puertas.
Acomodo en el mármol las especias
y pico las cebollas y los ajos.

No vendrá nadie a completar la escena
ni a sentarse a la mesa y a mi lado
cebar el mate mientras yo cocino.

Y a fuego lento voy leyendo el diario
como si fuera el pan de un nuevo rito
destinado a anunciar la última cena.

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