17.3.08

NOCHE BLANCA



Para aquellos que, obligados,
se fueron del país
y nunca regresaron.

Sobre la hoja turbia del exilio
garabateó las letras de algún nombre
y escribió con recuerdos oprimidos
los últimos adioses algo torpes.

Hubo signos de furia por sus venas
y huellas carcomidas en su rostro.
Se pertrechó con restos de bandera
y abrió los brazos como en cruz de roble.

Postergó su mañana entre los claustros
de ese lugar plagado de otras risas;
se buscó entre las aguas del espejo
para no hallarse más desde aquel día.

Con la mirada seca de nostalgias
absorbió el aguijón de su destino
y salió a reinventarse en otras calles
derrotando al dolor, con el suicidio.

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